Ya sea por la presión de sectores sociales, pero también por decisión propia, muchas empresas nativas o multinacionales han comenzado a poner en práctica políticas que benefician a sus trabajadores y al entorno en el que operan. Sus propietarios parecen haber entendido que su compromiso con la sociedad no solo consiste en el pago justo oportuno de impuestos. En realidad el compromiso de las empresas es mucho más grande.
Y este enfoque que comienza a ser escogido con sorprendente aceptación en el mundo de los negocios –bajo el novísimo concepto de Responsabilidad Social Empresarial(RSE)- adquiere en el caso peruano especial significación a propósito de los constantes conflictos entre los cetros poblados, comunidades campesinas u empresas mineras. En un país con niveles de pobreza y extrema pobreza que alcanza a la mitad de la población, los empresarios no pueden concertarse únicamente en el lucro y mostrarse indiferentes frente al drama del atraso económico o el desempleo del entorno que los rodea.
Si extraen recursos económicos no renovables de enclaves productivos situados en medio de área social y económicamente postergadas, es necesario que dichas empresas busquen alternativas para cuando dichos recursos desaparezcan y compensen el impacto que si acción pueda acarrear sobre otros.
Cada vez son más los hombres de negocios que se convencen cada vez más de establecer una dimensión ética y solidaria en sus panes estratégicos. Ocurre que, mirándolo bien, la pobreza afecta a todos, incluso a la empresa privada pues limita su crecimiento. Lo cierto es que la RSE trasciende el altruismo y la filantropía convencional. No es caridad ni compasión, tampoco debiera partir del marketing. De lo que se trata es que el sector privado contribuya a reducir los índices de pobreza y se interés por el bienestar y la realización de los trabajadores que lleguen cada mañana a sus centros de producción. Se ha dicho también que la RSE es una estrategia corporativa que busca evitar daños y producir beneficios tanto a al empresa como a ala comunidad.
Y eso ocurre cuando se han los máximos esfuerzos para preservar el medio ambiente, cuando se reducen los riesgos de accidentes laborales. Comprarle su cosecha ala agricultor con precios justos, crear guarderías para los hijos de los trabajadores o preocuparse por la calidad de vida de sus familias nos es tarea de hombres bondadosos, sino de ciudadanos del punto donde termina sus derechos y empiezan sus obligaciones.
Y este compromiso puede ir incluso mas allá de las expectativas que tiene la comunidad respecto a una compañía o de lo que dicta la ley. En un país donde a menudo se denuncias casos de publicidad engañosa, de publicidad que promueva la discriminación racial o de género, el tema de la responsabilidad social de las empresas cobra plena vigencia
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